La Nutricion y el sistema inmunologico

Nuestro sistema inmunológico nos protege de las bacterias, los virus y otros organismos patógenos. Se trata de un sistema de defensa complejo y eficaz. ¿Influye nuestra alimentación en el sistema inmunológico?

El sistema inmunológico constituye nuestra protección contra las enfermedades. Dada su complejidad, resulta muy difícil evaluar los efectos de la dieta en este sistema. Sin embargo, los resultados de diversas investigaciones han permitido identificar algunos factores dietéticos que afectan a la respuesta inmunológica de nuestro organismo.

Aparentemente, la ingesta energética tiene una influencia considerable en la actividad inmunológica. Las personas desnutridas presentan un mayor riesgo de contraer infecciones. Los regímenes de adelgazamiento de menos de 1.200 kcal al día también pueden hacer disminuir la función inmunológica, lo que constituye una buena razón para evitar las poco saludables “dietas milagrosas”. Del mismo modo, el aporte excesivo de energía también puede afectar a la capacidad del sistema inmunológico de combatir las infecciones. La obesidad está ligada a una mayor incidencia de enfermedades infecciosas. Además, las personas obesas son más propensas a desarrollar enfermedades cardiacas coronarias, las cuales están relacionadas con alteraciones de la función inmunológica.

La reducción de las grasas en la dieta es importante para el control del peso, pero también influye en el funcionamiento del sistema inmunológico. Parece ser que las dietas ricas en grasas reducen la respuesta inmunológica, aumentando así el riesgo de infecciones. Por lo tanto, si se reduce el contenido de grasa en la dieta, la actividad inmunológica aumenta. De esta forma, además de prevenir las infecciones, se podría fortalecer el tipo de células inmunológicas que combaten las células tumorales. No obstante, no es sólo una cuestión de cantidad, también es importante la procedencia de las grasas. Es necesario incluir en nuestra dieta pescado azul, frutos secos, soja o aceite de linaza, para asegurar un aporte equilibrado de diferentes ácidos grasos.

El consumo regular de productos lácteos fermentados como el yogur o el kefir puede aumentar las defensas inmunológicas intestinales. Algunos estudios recientes sugieren que el yogur elaborado con ciertas bacterias, denominadas bacterias probióticas, puede tener un efecto beneficioso en el sistema inmunológico. Por ejemplo, los voluntarios que comieron a diario este tipo de yogur presentaron una mayor resistencia a los microorganismos que provocan las intoxicaciones alimentarias. Es preciso proseguir las investigaciones en este ámbito.

El mantenimiento del sistema inmunológico requiere un consumo constante de todas las vitaminas y minerales necesarios. Para ello, hay que asegurarse de seguir una dieta equilibrada que incluya frutas y verduras en abundancia, y yogures o productos similares. Hasta la fecha, la mayoría de las investigaciones indican que los complementos alimenticios no estimulan la respuesta inmunológica en individuos sanos y bien alimentados. Sin embargo, un estudio reciente realizado en ancianos demostró que un complemento de multivitaminas y minerales puede aumentar su función inmunológica.

References

NUTRITION AND IMMUNITY IN MAN by Lillian Langseth (ILSI Europe Concise Monographs, 1999 International Life Sciences Institute)


Sistema inmunológico

El hombre, como cualquier otro animal, no podría sobrevivir a las invasiones de múltiples organismos agresores que le rodean, si no dispusiera de sistemas defensivos que permitieran destruirlos y erradicarlos.
El cuerpo humano posee diversas células que reaccionan y defienden el organismo frente al ataque de agentes agresores. Principalmente estas células son los glóbulos blancos o leucocitos, donde destacan los neutrófilos y los linfocitos.

Los neutrófilos intervienen cuando el ataque es agudo (por ejemplo una herida), mientras que los linfocitos lo hacen en la agresión crónica (por ejemplo en la enfermedad de Crohn y en la colitis ulcerosa).

Además, los linfocitos en su trabajo se organizan y se especializan. Así, los llamados linfocitos B tienen la capacidad de producir sustancias específicas (anticuerpos) frente a los agentes agresores; los llamados linfocitos T helper participan en ayudar y ampliar la respuesta defensiva; y finalmente, los llamados linfocitos T citotóxicos que tienen actividad destructiva propia sobre los agentes agresores.

Todas las células que constituyen el sistema inmunitario habitan en diferentes órganos llamados linfoides. Estos órganos se pueden dividir en primarios o secundarios.

En los primarios, como es el caso de la médula ósea y el timo, es donde tiene lugar la producción y maduración de éstas células. Los órganos linfoides secundarios, como las amígdalas, las placas de Peyer del intestino, el bazo y los ganglios linfáticos, son aquellos donde se disponen los linfocitos ya maduros y se producen las diferentes respuestas inmunitarias frente a los diversos agentes agresores que a continuación explicamos.

¿Cómo trabaja el sistema inmune?

Ante la agresión del organismo por un agente nocivo se va a poner en marcha el sistema defensivo, dando lugar a una respuesta inmunitaria compleja, dónde actuarían los macrófagos y los diferentes linfocitos, como los linfocitos B produciendo anticuerpos o los linfocitos T citotóxicos destruyendo ellos mismos a los agentes agresores. En esta respuesta defensiva participan diversas sustancias, entre ellas las interluquinas y el factor de necrosis tumoral (TNF), que son capaces de facilitar el proceso inflamatorio, incorporando nuevos glóbulos blancos.


El sistema inmunológico es el encargado de proteger al cuerpo de muchas enfermedades

El sistema inmunitario o inmunológico, es el encargado de formar las defensas que protegen al organismo de los elementos u organismos agresores y tóxicos que existen en el ambiente.

Esto significa que al entrar al organismo cualquier elemento extraño, se produce una respuesta inmunológica en la que todo el organismo reacciona.

El sistema inmunológico trabaja en equipo con el cerebro, los ganglios, las glándulas, la piel, las hormonas, la médula ósea, las mucosas, el bazo, el hígado, las lágrimas, el sudor, la grasa y hasta los vellitos de diferentes partes del cuerpo y por supuesto con los glóbulos blancos que son los principales defensores de nuestro cuerpo.

Este sistema reacciona cuando algún elemento desconocido que pueden ser bacterias, virus, parásitos, hongos, venenos o sustancias tóxicas ambientales entran al organismo y provocan una reacción, en la que los linfocitos y otras células llamadas macrófagos se multiplican dentro de los glóbulos blancos existentes en la sangre y forman anticuerpos especiales para cada enfermedad.

Los linfocitos se dividen en dos grandes grupos: Los linfocitos T que atacan directamente a los invasores y los linfocitos B, que producen unas substancias llamadas anticuerpos que son específicas para cada microbio.

Sin embargo, hay ciertos virus que atacan de tal forma que impiden que la respuesta inmunológica se produzca adecuadamente y otros que impiden totalmente la formación de anticuerpos, porque penetran en los glóbulos blancos y los destruyen, reproduciéndose en ellos rápidamente, uno de ellos es el VIH causante del SIDA.

Las defensas

El organismo posee varias barreras que hacen más difícil la penetración de los microorganismos a su interior. Estas son:

La piel: tiene un cierto grosor y hace más difícil la entrada de los microbios al cuerpo. Esto no es así cuando presenta algún tipo de lesión o herida. Aquellos lugares que no están cubiertos por piel, tienen un tejido muy fino que los cubre llamado mucosa, cuya función es producir una secreción (sustancia) que atrapa a los microbios que entran por las cavidades u orificios naturales del cuerpo (boca, fosas nasales, ano, orificio uretral, orificio vaginal) donde esta se encuentra. También, cumplen una función defensiva la saliva, las lágrimas y las secreciones nasales.

Si los microorganismos logran atravesar la piel, actúa la segunda barrera defensiva:

Los glóbulos blancos: son células que no tienen color y forman parte de la sangre. Pueden defender al organismo, ya que tienen ciertas características que hacen posible esta acción. Los glóbulos blancos poseen la capacidad de responder frente a los órganos dañados; cuando captan la fuente infecciosa, pueden atravesar las paredes de los vasos sanguíneos y dirigirse al sitio de la infección. Esto lo hacen deformando su “cuerpo” y desplazándose, y al llegar a la infección envuelven al agente patógeno (o lo comen) y de esta manera lo destruyen.

El sistema inmunológico

Además de las dos barreras mencionadas, existe un tercer sistema que es fundamental en la defensa del organismo: el sistema inmune o inmunológico, que corresponde a un conjunto de estructuras ubicadas en la sangre, tejidos y ganglios del cuerpo. Ellas producen ciertos tipos de glóbulos blanco que tienen la capacidad de crear anticuerpos, es decir, sustancias químicas específicas capaces de actuar sobre las toxinas (sustancias dañinas) y anulan la acción de ellas. Por la presencia de anticuerpos, el organismo adquiere inmunidad o resistencia frente a una enfermedad.

Tipos
La inmunidad natural se puede conseguir de dos formas:
Pasiva: el organismo recibe los anticuerpos producidos por otro ser vivo de la misma especie. Por ejemplo: cuando el feto (guagua) se está formando en el útero de la madre, ella le da anticuerpos al feto.
Activa: se produce cuando el propio organismo es capaz de generar anticuerpos, con su sistema inmunológico. Esto comienza a ocurrir cuando cualquier cuerpo extraño o microorganismo penetra al organismo. Este tipo de inmunidad tiene una duración más prolongada.

La inmunidad artificial se puede lograr de dos formas:
Pasiva: caso en que el paciente es tratado con sueros que contienen anticuerpos específicos para combatir la enfermedad.
Activa: se logra cuando se introducen microorganismos muertos o atenuados al organismo; la presencia de ellos determina que el propio organismo forma los anticuerpos. Esta forma de inmunidad se logra a través de las vacunas, procedimiento descubierto por Edward Jenner.

Las vacunas representan un gran sistema preventivo en la medicina, ya que con su uso se evitan muchas enfermedades y muerte de las personas.

En Chile, existe un programa de vacunación infantil que es administrado gratuitamente en hospitales y consultorios.

Estimulación  del  Sistema  Inmunológico

Para algunos criterios médicos, y hasta hace aproximadamente veinticinco años (cuando comenzaron las investigaciones de la hoy llamada PNI: Psiconeuroinmunología) nuestra glándula Timo se atrofiaba a la salida de la adolescencia.

Ya está aceptado mundialmente que no sólo NO se atrofia (aunque cambia de tamaño, de color, se recubre de grasa y deja de cumplir las funciones de intervenir en el crecimiento de los huesos largos), sino que sigue funcionando espléndidamente hasta el final de nuestros días.
Es la glándula más importante de nuestro sistema inmunológico, porque en ella “maduran” los linfocitos T, que nacen en la médula ósea. Si se atrofiara, careceríamos de la inmunidad adquirida más sofisticada de nuestro cuerpo por el resto de los años que vivamos y hasta padeciendo de un envejecimiento descontrolado.
Otro de los pilares de nuestra enseñanza es la estimulación del  Timo a  través de  un ejercicio que  es  otro  verdadero hallazgo,  y  que  integra,  por  supuesto,  nuestra  llamada “secuencia  de  la  salud”®.

Lo  más interesante  es que, con  elementos  de radiestesia, medimos  cómo  reacciona  la  glándula  ante  dicha estimulación.
Importante  es conocer –bien fundamentado–  que  las EP (emociones  positivas)  “activan”  nuestra  glándula  y  que cuando vivenciamos  HMN (hábitos mentales negativos) se “deprime” el timo acarreando, obviamente, la disminución de los mecanismos de defensa de nuestro sistema inmunológico. Por ejemplo, ante el popular estrés.


Sistema inmunológico: El enemigo de las infecciones

El cuerpo humano está permanentemente librando batallas con enemigos bastante inferiores en tamaño, aunque no por eso menos peligrosos. Se trata de los microorganismos patógenos, que lo acechan a diario y de los cuales solo puede librarlo un ejército muy bien preparado: el sistema inmunológico. Su tarea también se extiende al propio organismo, pues debe atacar a las células neoplásicas malignas que el propio organismo produce.       (Imagen: Colonia de bacerias) (Imagen: Sistema inmunológico, resguardo corporal)

Resulta imposible encontrar a una persona que no haya sido víctima de alguna enfermedad o lesión, pues desde que llegamos al mundo comienza de inmediato el contacto con los agentes agresores de nuestra salud. Estos entran al cuerpo a través del aire, de los alimentos y del agua que ingerimos o de las heridas en la piel.

El sistema inmunológico tiene dos formas de reaccionar frente al ataque de elementos desconocidos: desarrollando una respuesta inmune inespecífica o una respuesta inmune específica.

La respuesta inespecífica representa la primera barrera defensiva del organismo. Las células que ejecutan esta respuesta son los neutrófilos y macrófagos, células que se activan inmediatamente después de detectada la presencia de una sustancia extraña en el organismo. Esto ocurre, por ejemplo, después de producida una herida, cuando dichas células se movilizan hacia el lugar afectado, reconocen la sustancia ajena y la destruyen mediante un proceso llamado fagocitosis. En esta forma de defensa también interviene un tipo de células conocidas como natural killer o NK (nombre en inglés que significa “asesinas naturales”).

La piel es una respuesta de tipo inespecífico, que con la producción de sebo y sudor destruye ciertos tipos de bacterias. Lo mismo ocurre con sustancias como las lágrimas, la saliva y las secreciones ácidas del estómago.

A ellas se agrega la inflamación, una reacción que se activa cuando algunos tipos de células dañadas liberan unos compuestos que incrementan el riego sanguíneo en la zona afectada, manifestándose síntomas como enrojecimiento, edema, calor y dolor.

Los mecanismos de defensa inespecíficos son un buen sistema protector, aunque también puede fallar, y cuando esto ocurre empiezan a actuar otros tipos, como la respuesta inmune específica.

La respuesta inmune específica se caracteriza porque es efectiva ante aquellos antígenos frente a los cuales se ha iniciado y desarrollado. En él participan las células llamadas linfocitos, que son de dos tipos: linfocitos B y linfocitos T. Los linfocitos T, a su vez, pueden ser linfocitos T colaboradores (Th), linfocitos T citotóxicos (Tc), y por algunos autores también se proponen los linfocitos T supresores/reguladores (Ts).

La respuesta inmune específica puede ser de dos tipos: humoral y celular. Se considera que cuando el elemento efector final son las inmunoglobulinas formadas por los linfocitos B se trata de una respuesta de tipo humoral, mientras que cuando participan los linfocitos T, tanto colaboradores (Th) como citotóxicos (Tc), se trata de una respuesta de tipo celular.

Para que se inicie una u otra respuesta inmune se requiere el reconocimiento del antígeno y activación de los linfocitos. Los linfocitos B reconocen el antígeno mediante inmunoglobulinas de membrana (Igs), mientras que los linfocitos T lo reconocen mediante una estructura especializada a tal fin, conocida como receptor de linfocitos T. Para que los linfocitos se activen, se requiere, además del reconocimiento del antígeno por los receptores T y la participación de otras moléculas, como son las moléculas accesorias y las interleucinas.

Sistema inmunológico (De Wikipedia, la enciclopedia libre)

El sistema inmunológico está formado por un conjunto de mecanismos que protegen a un organismo de infecciones por medio de la identificación y eliminación de agentes patógenos. Debido a que los patógenos abarcan desde virus hasta gusanos parásitos intestinales, esta tarea es extremadamente compleja y las amenazas deben ser detectadas con absoluta especificidad distinguiendo los patógenos de las células y tejidos normales del organismo. A ello hay que sumar la capacidad evolutiva de los patógenos que les permite crear formas de evitar la detección por el sistema inmunológico e infectar al organismo huésped.

Para protegerse, los organismos vivos han desarrollado varios mecanismos para reconocer y neutralizar patógenos. Incluso organismos unicelulares simples -como las bacterias- poseen un sistema de enzimas que las protegen contra infecciones virales. Otros mecanismos inmunológicos básicos evolucionaron en las antiguas células eucariotas y permanecen hoy en sus descendientes modernos: plantas, peces, reptiles e insectos. Estos mecanismos incluyen péptidos antimicrobianos llamados defensinas, receptores de reconocimiento de patrón y el sistema del complemento. Sin embargo, los mecanismos más sofisticados se desarrollaron más recientemente de forma conjunta con la evolución de los vertebrados1. El sistema inmunológico de los vertebrados -como el de los seres humanos- comprende varios tipos de proteínas, células, órganos y tejidos, que interactúan en una red elaborada y dinámica. Esta respuesta inmune más compleja que se manifiesta en el sistema inmunológico de los vertebrados, incluye la capacidad de adaptarse para así reconocer patógenos concretos en forma más eficiente. El proceso de adaptación crea memorias inmunológicas y permite brindar una protección más efectiva durante futuros encuentros con estos patógenos. Este proceso de inmunidad adquirida es la base de la vacunación.

Los desórdenes en el sistema inmunológico pueden causar enfermedades. Las enfermedades relacionadas con la inmonudeficiencia ocurren cuando el sistema inmunológico es menos activo de lo normal, dando lugar a infecciones que pueden poner en peligro la vida. La inmunodeficiencia puede ser el resultado de una enfermedad genética, como la “inmunodeficiencia severa combinada”, o ser producida por fármacos o una infección, como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), causado por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). En contraposición, las enfermedades autoinmunes son producidas por un sistema inmunológico hiperactivo que ataca tejidos normales como si fueran organismos extraños. Las enfermedades autoinmunes incluyen artritis reumatoide, diabetes mellitus tipo 1 y Lupus eritematoso. El sistema inmunológico es objeto de intensos estudios científicos debido al papel crítico que desempeña en la salud humana.

Defensa inmune mediante múltiples capas

El sistema inmunológico protege al organismo de infecciones mediante una estrategia de capas o barreras de defensa sucesivas, cada una más específica que la anterior.

El primer nivel lo forman las barreras físicas que evitan que los agentes patógenos como las bacterias y los virus penetren en el organismo. Si un agente patógeno traspasa estas primera barreras, el sistema inmunológico innato provee una respuesta inmediata, pero no específica. Los sistemas inmunológicos innatos se encuentran en todas las plantas y animales2. Sin embargo, si los agentes patógenos evaden la respuesta innata, los vertebrados poseen una tercera capa de protección, que es el sistema inmunológico adaptativo. Aquí el sistema inmunológico adapta su respuesta durante la infección para mejorar el reconocimiento del agente patógeno.

La información sobre esta respuesta mejorada se conserva aún después de que el agente patógeno es eliminado, bajo la forma de memoria inmunológica, y permite que el sistema inmune adaptativo desencadene ataques más rápidos y más fuertes si en el futuro el sistema inmune detecta este tipo de patógeno3.

Componentes de un sistema inmunológico
Sistema inmune innato Sistema inmune adaptativo
La respuesta no es específica Respuesta específica contra patógenos y antígenos
La exposición conduce a la respuesta máxima inmediata Tiempo de demora entre la exposición y la respuesta máxima
Inmunidad mediada por células y componentes humorales Inmunidad mediada por células y componentes humorales
Sin memoria inmunológica La exposición conduce a la memoria inmunológica
Presente en casi todas las formas de vida Presente solo en vertebrados mandibulados

 

Tanto la inmunidad innata como la adaptativa dependen de la habilidad del sistema inmunológico para distinguir entre las moléculas propias y las que no lo son. En inmunología, las moléculas propias son aquellos componentes de un organismo que el sistema inmunológico distingue de las substancias extrañas. 4. Al contrario, las moléculas que no son parte del organismo, son reconocidas como moléculas extrañas. Un tipo de moléculas extrañas son los llamados antígenos (que significa “anti” cuerpo “gen” eradores), son substancias que se enlazan a receptores inmunes específicos y desencadenan una respuesta inmune. 5.

Inmunidad innata

Los gérmenes que logren penetrar en un organismo se encontrarán con las células y los mecanismos del sistema inmune innato. Las defensas del sistema inmune innato no son específicas, lo cual significa que estos sistemas reconocen y responden a los patógenos en una forma genérica5. Este sistema no confiere una inmunidad duradera contra el patógeno. El sistema inmune innato es el sistema dominante de protección en la gran mayoría de los organismos2.

Inflamación

La inflamación es una de las primeras respuestas del sistema inmune a una infección15. Los síntomas de la inflamación son el enrojecimiento y la hinchazón, que son causadas por el incremento del flujo de sangre en un tejido. La inflamación es producida por eicosanoides y citocinas, que son liberadas por células heridas o infectadas. Los eicosanoides incluyen prostaglandinas que producen fiebre y dilatación de los vasos sanguíneos asociados con la inflamación, y leucotrienos que atraen ciertos leucocitos1617

Las citocinas incluyen interleucinas que son responsables de la comunicación entre los leucocitos; quimiocinas que promueven la quimiotaxis; y los interferones que tienen efectos anti-virales como la supresión de la síntesis de proteínas en la célula huésped.18 También pueden liberarse factores de crecimiento y factores citotóxicos. Estas citocinas y otros agentes químicos atraen células inmunitarias al lugar de la infección y promueven la curación del tejido dañado mediante la remoción de los patógenos19.

Barreras celulares del sistema innato

Imagen de un sistema circulatorio de un ser humano. Se pueden apreciar eritrocitos y leucocitos

Los leucocitos (células blancas de la sangre) actúan como organismos unicelulares independientes y son el segundo brazo del sistema inmune innato5. Los leucocitos innatos incluyen fagocitos (macrófagos, neutrófilos y células dendríticas), mastocitos, eosinófilos, basófilos y células asesinas naturales. Estas células identifican y eliminan patógenos, bien sea atacando a los más grandes a través del contacto o englobando a otros para así matarlos22. Las células innatas también son importantes mediadores en la activación del sistema inmune adaptativo3.

La Fagocitosis es una característica importante de la inmunidad innata celular, llevada a cabo por células llamadas fagocitos, que engloban o comen, patógenos y partículas rodeándolos exteriormente con su membrana hasta hacerlos pasar al interior de su citoplasma. Los fagocitos generalmente patrullan en búsqueda de patógenos, pero pueden ser atraídos a ubicaciones específicas por las citocinas5 Al ser englobado por el fagocito, el patógeno resulta envuelto en una vesícula intracelular llamada fagosoma que a continuación se fusiona con otra vesícula llamada lisosoma para formar un fagolisosoma. El patógeno es destruido por la actividad de las enzimas digestivas del lisosoma o a consecuencia del llamado “chorro respiratorio” que libera radicales libres de oxígeno en el fagolisosoma2526.

Desórdenes en la inmunidad humana

El sistema inmunológico es un complejo notablemente eficaz que incorpora especificidad, inducibilidad y adaptación. No obstante, a veces se producen fallos que pueden agruparse, de forma genérica, dentro de las tres siguientes categorías: inmunodeficiencia, autoinmunidad e hipersensibilidad.

Inmunodeficiencias

La Inmunodeficiencia ocurre cuando uno o más de los componentes del sistema inmunológico están inactivos. La habilidad del sistema inmunológico de responder a los patógenos se ve disminuida en los jóvenes y en los adultos mayores. En estos últimos las inmunorespuestas empiezan a decaer alrededor de los 50 años56.

En países desarrollados, la obesidad, el alcoholismo y el abuso de drogas ilegales son causas comunes de una respuesta inmune disminuida56. Sin embargo, la malnutrición es la causa más común de la inmunodeficiencia en países en vías de desarrollo.56.

Las inmunodeficiencias también pueden ser heredadas o adquiridas5. La enfermedad granulomatosa crónica, en la cual los fagocitos tienen problemas para destruir patógenos, es un ejemplo de una herencia, o inmunodeficiencia congénita. El SIDA y algunos tipos de cáncer causan inmunodeficiencia adquirida5758.

Autoinmunidad

Las respuestas inmunes exageradas abarcan el otro extremo de la disfunción inmunitaria, particularmente el desorden autoinmune. Aquí el sistema inmunitario falla en distinguir adecuadamente lo propio de lo extraño y ataca a partes del propio organismo. En circustancias normales, muchas células T y anticuerpos reaccionan con péptidos del propio organismo59. Existen, sin embargo, células especializadas (localizadas en el timo y en la médula ósea)que participan en la eliminación de linfocitos jóvenes que reaccionan contra antígenos propios, para prevenir así la autoinmunidad47.

Hipersensibilidad

La hipersensibilidad es una inmunorespuesta que daña los tejidos propios del cuerpo. Está dividida en cuatro clases (Tipos I-IV) basándose en los mecanismos involucrados y el tiempo de desarrollo de la reacción hipersensible. El tipo I de hipersensibilidad es una reacción inmediata o anafiláctica, relacionada con alergias. Los síntomas van desde un malestar suave hasta la muerte. El tipo I de hipersensibilidad está mediado por la inmunoglobulina E, que es liberada por mastocitos y basófilos60.

El tipo II de hipersensibilidad se produce cuando los anticuerpos se ligan a antígenos localizados sobre las células propias del paciente, marcándolas para su destrucción. También recibe el nombre de hipersensibilidad dependiente de anticuerpos o citotóxica y es mediada por anticuerpos de tipo IgG e IgM60.

Los inmunocomplejos (agregados de antígenos, proteínas del complemento, y anticuerpos IgG e IgM ) depositados en varios tejidos desencadenan la hipersensibilidad de tipo III60. La hipersensibilidad de tipo IV (también conocida como “hipersensibilidad de tipo retardado”) generalmente tarda entre dos y tres días en desarrollarse. Las reacciones de tipo IV están implicadas en muchas enfermedades autoinmunes e infecciosas, pero también incluyen dermatitis de contacto. Estas reacciones son mediadas por las células T, monocitos y macrófagos60.

Otros mecanismos de defensa del huésped

Es probable que el sistema inmunitario adaptativo y de múltiples componentes surgiera con los primeros vertebrados, ya que en los invertebrados no se producen linfocitos ni respuestas humorales basadas en anticuerpos1. Muchas especies, sin embargo, utilizan mecanismos que parecen ser los precursores de estas funciones de la inmunidad de los vertebrados. Los sistemas inmunitarios aparecen incluso en las formas de vida más simples, como las bacterias, que utilizan un único mecanismo de defensa llamado “sistema de restricción y modificación” para protegerse de patógenos víricos llamados bacteriófagos. 61.

Inmunología de tumores

Los macrófagos han identificado una célula cancerosa(la grande). Fusionándose con la célula cancerosa, los macrófagos (las células blancas de menor tamaño) inyectarán toxinas que la matarán . La inmunoterapia para el tratamiento del cáncer es un área activa de investigación medica65

Otro cometido importante del sistema inmunitario es el de identificar y eliminar células tumorales. Las células transformadas de los tumores expresan antígenos que no aparecen en células normales. El sistema inmunitario considera a estos antígenos como extraños, lo que ocasiona que las células inmunitarias ataquen a las células tumorales transformadas. Los antígenos expresados por los tumores pueden tener varios orígenes66; algunos derivan de virus oncógenos como el papilomavirus humano, que ocasiona cáncer de cuello uterino67 mientras que otros son proteínas propias del organismos que se presentan en bajos niveles en células normales, pero que alcanzan altos niveles en células tumorales. Un ejemplo es una enzima llamada tirosinasa que, cuando se expresa en altos niveles, transforma a ciertas células de la piel (melanocitos) en tumores llamados melanomas.6869.

La principal respuesta del sistema inmunológico es destruir las células anormales por medio de células T asesinas, algunas veces con asistencia de células T ayudantes6970. Los antígenos tumorales son presentados unidos a moléculas del CMH de clase I, de forma similar a lo que ocurre con los antígenos víricos. Esto permite a las células T asesinas reconocer a las células tumorales como anormales.71. Las células T asesinas naturales también matan células tumorales de una forma similar, especialmente si la célula tumoral tiene sobre su superficie menos moléculas del CMH de clase I de lo normal; algo que resulta habitual en los tumores72 A veces se generan anticuerpos contra las células tumorales, lo que permite que sean destruidas por el sistema del complemento.73.

Regulación fisiológicaas hormonas pueden modular la sensibilidad del sistema inmunológico. Por ejemplo, se sabe que las hormonas sexuales femeninas estimulan las reacciones tanto del sistema inmunológico adaptativo76 como del innato.77

Algunas enfermedades autoinmunes como el lupus eritematoso afectan con mayor frecuencia a las mujeres, y su comienzo coincide a menudo con la pubertad.

Por el contrario, andrógenos como la testosterona parece que deprimen al sistema inmunológico78. Otras hormonas, como la prolactina y la hormona de crecimiento o vitaminas como la vitamina D, parece que también regulan las respuestas del sistema inmunitario.7980

Se piensa que el descenso progresivo en los niveles de hormonas con la edad, pudiera ser parcialmente responsable del debilitamiento de las respuestas inmunes en individuos de edad avanzada.81 A la inversa, algunas hormonas son reguladas por el sistema inmunitario, sobre todo la actividad de la hormona tiroidea82

El sistema inmunológico se ve potenciado con el sueño y el descanso,83 mientras que resulta perjudicado por el estrés.84

Las dietas pueden afectar al sistema inmunológico; por ejemplo frutas frescas, vegetales y comida rica en ciertos ácidos grasos favorecen el mantenimiento de un sistema inmunológico saludable.85 Asimismo, la desnutrición fetal puede causar una debilitación de por vida del sistema inmunitario.86

En las medicinas tradicionales, se cree que algunas plantas pueden estimular el sistema inmunitario y ciertos estudios así lo han sugerido,87 aunque su mecanismo de acción es complejo y difícil de caracterizar.

Manipulación en la medicina

La Corticosterona, una droga inmunosupresora

La respuesta inmunológica puede ser manipulada para suprimir respuestas no deseadas de la autoinmunidad, la alergia y el rechazo de trasplantes, así como para estimular respuestas protectoras contra patógenos que en gran medida eluden la acción del sistema inmunitario.

Se emplean fármacos inmunosupresores para controlar los desordenes autoinmunes o la inflamación cuando produce grandes daños en los tejidos, o para prevenir el rechazo de un órgano trasplantado2288.

Las drogas antiinflamatorias se emplean para controlar los efectos de la inflamación. Los corticosteroides son los más poderosos de estos medicamentos; sin embargo, tienen muchos efectos tóxicos colaterales y su uso debe ser controlado estrictamente89.

Por ello, a menudo, se emplean dosis más bajas de antiinflamatorios junto con fármacos inmunosupresores y citotóxicos como el metotrexato o la azatioprina. Las drogas citotóxicas inhiben la inmunorespuesta destruyendo células que se están dividiendo, como las células T que han sido activadas. Sin embargo, la destrucción es indiscriminada, por lo que otros órganos y tipos de células resultan afectados, lo que ocasiona efectos colaterales88. Las drogas inmunodepresoras como la ciclosporina evitan que las células T respondan correctamente a las señales, inhibiendo rutas de transducción de señales90.

Los fármacos de mayor peso molecular (> 500 Dalton) pueden provocar la neutralización de la respuesta inmune, particularmente si son suministrados repetidamente, o en dosis grandes